Andrew X
Superar al activismo
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No necesitamos más mártires
La clave para comprender tanto el rol del militante como el del activista
es la abnegación - el sacrificio del ser propio hacia "la
causa", que es identificada como algo separado del propio ser.
Esto por supuesto no tiene nada que ver con la verdadera actividad revolucionaria
que es el apoderamiento del propio ser. El martirio revolucionario va
de la mano con la identificación de alguna causa como algo separado
de la propia vida - una acción en contra del capitalismo que
identifica el capitalismo como algo "allá afuera" en
la ciudad está básicamente equivocada - el verdadero poder
del capital está aquí mismo en nuestra vida diaria - recreamos
su poder todos los días porque el capital no es una cosa sino
una relación social entre las personas (y por lo tanto clases)
mediada por cosas.
Por supuesto no estoy sugiriendo que todos los involucrados en el 18
de Junio compartan en la misma medida la aprobación de este rol
y la abnegación que va con él. Como dije arriba, el problema
del activismo se hizo particularmente evidente el 18 de Junio precisamente
porque fue un intento de escapar de estos roles y de nuestras maneras
corrientes de operar. Gran parte de lo que está expuesto aquí
es una idea extrema (worst case scenario) de a lo que puede
llevar jugar el rol de un activista. La cantidad de similitudes que
podamos reconocer dentro de nuestro propio movimiento nos dará
una señal de cuánto trabajo tenemos por delante.
El activista hace de la política algo aburrido y estéril
y aleja a las personas de ella, pero interpretar el rol eventualmente
también termina perjudicando al mismo activista. El rol del activista
causa una separación entre el fin y los medios: la abnegación
implica crear una división en la revolución como amor
y placer en el futuro pero deber y rutina en el presente**. La cosmovisión
del activismo es dominada por la culpa y el deber, porque el activista
no está luchando a favor de sí mismo sino por una causa
separada: "Todas las causas son igualmente inhumanas."7
Como activista tienes que negar tus propios deseos porque tu actividad
política es definida de tal forma que estas cosas no cuentan
como "política". Pones a "la política"
en un compartimento separado del resto de tu vida - es como un trabajo....
Haces "política" de 9 a 5 y luego te vas a casa y haces
otra cosa. Y como está en un compartimento separado, la "política"
permanece inmune a toda consideración práctica de eficacia
en el mundo real. El activista se siente obligado a seguir ejecutando
de manera autómata la misma vieja rutina todos los días,
sin detenerse o considerar lo que está haciendo. El activista
es mantenido ocupado y lidia con su culpa golpeando su cabeza contra
una pared, si es necesario.
Parte de ser revolucionario debería ser saber cuándo
hay que detenerse y esperar. Debería ser importante saber cómo
y cuándo atacar para lograr una máxima eficacia y también
cómo y cuándo NO atacar. Los activistas tienen esta actitud
de "Debemos hacer algo ahora!' que parece alimentada por la culpa.
Esto es completamente anti-táctico.
La abnegación del militante o del activista es reflejada en
su poder sobre otros como experto - de la misma manera que en una religión
hay una clase de jerarquía basada en el sufrimiento y la rectitud.
El activista asume el poder sobre otros en virtud de su grado más
grande de sufrimiento (los grupos de activistas "no- jerárquicos"
en realidad constituyen una "dictadura del más comprometido").
El activista usa la coerción moral y la culpa para ejercer poder
sobre otros menos experimentados en la teología del sufrimiento.
La subordinación de sí mismos va de la mano con la subordinación
de otros por ellos - todos esclavizados por "la causa". Los
militantes y activistas abnegados atrofian sus propias vidas y su propia
voluntad de vivir - esto genera una amargura y una antipatía
hacia la vida que se vuelve hacia afuera para marchitar todo lo demás.
Son "los grandes despreciadores de la vida.... los partisanos de
la abnegación total.... sus vidas retorcidas por su monstruoso
ascetismo."8 Podemos ver esto en nuestro propio movimiento, por
ejemplo in situ, en el antagonismo entre el deseo de holgazanear y pasarlo
bien versus la ética llena de culpa de trabajar/construir/fortificar/armar
barricadas y en la pasión a veces excesiva con que se denuncia
los descansos o pausas. El mártir abnegado se ofende e indigna
cuando ve a otros que no se están sacrificando. De la misma manera
que cuando el "trabajador honesto" ataca con saña al
haragán, sabemos que esto se debe a que en realidad odia su trabajo
y el martirio que ha hecho de su vida y odia ver alguien librarse de
ese destino, odia ver a alguien que se divierte mientras está
sufriendo - debe arrastrar a todos a la mugre junto con él -
una igualdad de la abnegación.
En la vieja cosmología religiosa, el mártir exitoso fue
al cielo. En la cosmovisión moderna los mártires exitosos
pueden aspirar a quedar en la historia. La abnegación más
grande, el éxito más grande en crear un rol (o incluso
mejor, en diseñar uno por completo para que las personas lo imite
- por ejemplo el eco-guerrero) gana una recompensa en la historia -
el cielo burgués.
La vieja izquierda era muy abierta en su llamado para el sacrificio
heroico: "¡Sacrifíquense con alegría, hermanos
y hermanas! ¡Por la Causa, por el Orden Establecido, por el Partido,
por la Unidad, por la Carne y las Papas!"9 Pero en estos días
es mucho más velado: Vaneigem acusa a los "jóvenes
izquierdistas radicalizados" de "entrar el servicio de una
Causa - la "mejor" de todas las Causas. El tiempo que tienen
para la actividad creativa lo despilfarran en repartir planfletos, poner
afiches, manifestarse o abuchear a políticos locales. Se convierten
en militantes, fetichizando la acción porque otros están
pensando por ellos."10
Este nos resulta familiar - particularmente lo de fetichizar la acción.
En grupos de izquierda a los militantes participan en interminables
trabajos de rutina porque el jefe de grupo o el gurú ya tiene
delineada la "Teoría", la cual sólo puede aceptarse
y engullirse: la "línea" del partido. Con los activistas
de acción directa es algo ligeramente diferente - la acción
es fetichizada, pero por la aversión hacia cualquier teoría,
la que fuera.
Aunque está presente, ese elemento del rol del activista que
depende de la abnegación y el deber no fue tan significativo
en el 18 de Junio. Lo que es más importante para nosotros es
el sentimiento de separación de "las personas corrientes"
que viene con el activismo. Las personas identificadas con alguna rara
subcultura o grupo exclusivo que serían los "Nosotros",
como opuesto a los "Ellos" de todos los demás en el
mundo.
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** "El presente es lucha, el futuro es nuestro" (Nota del traductor al castellano)
7 Op. Cit. 2, p. 107
8 Op. Cit. 2, p. 109
9 Op. Cit. 2, p. 108
10 Op. Cit. 2, p. 109
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