Paul Mattick
Bolchevismo y Stalinismo
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El Resultado: Capitalismo de Estado
Con esta última declaración de Trotsky nos acercamos
a la esencia del tema en discusión. Hemos dicho antes que los
resultados concretos de la revolución de 1917 no eran
ni socialistas ni burgueses sino capitalistas de Estado. Era la creencia
de Trotsky que Stalin destruiría la naturaleza capitalista-estatal
de la economía a favor de una economía burguesa. De esto
iba a tratarse el Termidor. La decadencia de la economía burguesa
en todas partes del mundo previno a Stalin de hacer esto. Todo lo que
podía hacer era introducir las características desagradables
de su dictadura personal en esa sociedad que había sido creada
por Lenin y Trotsky. De este modo, y a pesar de que Stalin todavía
ocupa el Kremlin, el Trotskismo ha triunfado sobre el Stalinismo.
Todo se centra en una ecuación de capitalismo de Estado con
socialismo. Y aunque recientemente algunos de los discípulos
de Trotsky han encontrado imposible continuar haciendo la ecuación,
Trotsky fue obligado a mantenerla, pues significa el origen y el final
del Leninismo y, en un sentido más amplio, de todo el movimiento
social-democráta mundial del cual el Leninismo fue solamente
la parte más realista. Realista, esto es, con respecto a Rusia.
Lo que fue, y todavía es, entendido por este movimiento como
Estado "obrero" es el régimen gubernamental del partido;
lo que es entendido como "socialismo" es la nacionalización
de los medios de la producción. Añadiendo el control sobre
la economía al control político del gobierno, el régimen
totalitario sobre toda la sociedad aparece en su forma completa. El
gobierno asegura su régimen totalitario por vía del partido,
que mantiene la jerarquía social y es en sí mismo una
institución jerárquica.
Esta idea del "socialismo" se encuentra ahora en proceso
de ser desacreditada, pero solamente debido a la experiencia de Rusia
y a las experiencias similares si bien menos extensivas en otros países.
Antes de 1914, lo que se quería decir con la toma del poder,
pacíficamente o por la fuerza, era la toma de la maquinaria gubernamental,
reemplazando un grupo particular de administradores y legisladores con
otro. Económicamente, la "anarquía" del mercado
capitalista debía ser reemplazada por una producción planificada
bajo el control del Estado. Como el Estado socialista sería por
definición un Estado "justo", siendo controlado por
las masas mediante procesos democráticos, no había razón
alguna para pensar que sus decisiones fueran contrarias a los ideales
socialistas. Esta teoría era suficiente para organizar a partes
de la clase obrera en partidos más o menos poderosos.
La teoría del socialismo se reducía a la demanda de la
planificación económica centralizada a favor de todos.
El proceso de centralización, inherente a la misma acumulación
del capital, fue contemplado como una tendencia socialista.
La influencia creciente del "trabajo" dentro de la maquinaria
estatal fue aclamada como un paso en la dirección del socialismo.
Pero en realidad el proceso de centralización del capital demostró
ser otra cosa que su auto-transformación en propiedad social.
Lo mismo pasaba con la destrucción de la economía liberal
y con ella el final del tradicional ciclo de negocios como el regulador
de la economía. Con el inicio del siglo veinte el carácter
del capitalismo cambió. Desde ese momento en adelante se encontró
bajo permanentes condiciones de crisis que no podían ser resueltas
por el funcionamiento "automático" del mercado. Las
regulaciones monopólicas, las interferencias estatales y las
políticas nacionales trasladaron la carga de la crisis a los
capitalistamente desfavorecidos de la economía mundial. Toda
política "económica" se convirtió en
política imperialista, culminando dos veces en conflagraciones
mundiales.
En esta situación, reconstruir un sistema político y
económico hecho pedazos significaba adaptarlo a estas nuevas
condiciones. La teoría Bolchevique de la socialización
satisfacía esta necesidad de una manera admirable. Para restituir
el poder nacional de Rusia era necesario hacer en un modo radical lo
que en las naciones Occidentales había sido meramente un proceso
evolutivo. Incluso entonces tomaría un tiempo cerrar la brecha
entre la economía rusa y la de las potencias Occidentales. Mientras
tanto la ideología del movimiento socialista sirvió bien
como protección. El origen socialista del Bolchevismo lo hizo
particularmente apto para la reconstrucción capitalista-estatal
de Rusia. Sus principios organizativos, que habían convertido
al partido en una institución operativa, también restablecerían
el orden en el país.
Los Bolcheviques por supuesto estaban convencidos de que lo que estaban
construyendo en Rusia era, si no el socialismo, por lo menos lo segundo
mejor que el socialismo, porque estaban completando el proceso que en
las naciones occidentales todavía era sólo la tendencia
principal del desarrollo. Habían abolido la economía de
mercado y habían expropiado a la burguesía; también
habían adquirido el control completo sobre el gobierno. Para
los obreros rusos, sin embargo, nada había cambiado; simplemente
se encontraban frente a otro grupo de jefes, políticos y adoctrinadores.
Su posición era igual a la de los obreros de todos los países
capitalistas en tiempos de guerra. El capitalismo de Estado es una economía
de guerra, y todos los sistemas económicos extra-rusos se transformaron
en economías de guerra, en sistemas capitalistas de Estado adaptados
a las necesidades imperialistas del capitalismo moderno. Otras naciones
no copiaron todas las innovaciones del capitalismo de Estado ruso sino
sólo aquellas más adecuadas a sus necesidades específicas.
La Segunda Guerra Mundial resultó en el desarrollo posterior
del capitalismo de Estado a una escala mundial. Las peculiaridades de
las diversas naciones y sus situaciones especiales dentro del marco
de poder mundial dieron lugar a una gran variedad de procesos de desarrollo
hacia el capitalismo de Estado.
El hecho de que el capitalismo de Estado y el fascismo no se desarrollaron
ni se desarrollan en todos lados de una manera uniforme dio a Trotsky
el argumento de la diferencia básica entre el Bolchevismo, el
fascismo y el simple capitalismo. Este argumento necesariamente hace
hincapié en superficialidades del desarrollo social. En todos
los aspectos esenciales estos tres sistemas son idénticos y representan
solamente diversas etapas del mismo desarrollo. Un desarrollo que tiene
por objetivo manipular la masa de la población mediante gobiernos
dictatoriales de un modo más o menos autoritario, para asegurar
al gobierno y a las capas sociales privilegiadas que lo respaldan y
para permitir a esos gobiernos que participaran en la economía
internacional de hoy preparándose para la guerra, haciendo la
guerra, y sacando provecho económico de la guerra.
Trotsky no podía permitirse reconocer en el Bolchevismo un aspecto
de la tendencia mundial hacia una economía "fascista"
mundial. Incluso en 1940 sostuvo la visión de que el Bolchevismo
previno el ascenso del Fascismo en la Rusia de 1917. Debería
haber estado claro hace mucho, sin embargo, que todo lo que Lenin y
Trotsky previnieron en Rusia fue el uso de una ideología no-Marxiana
para la reconstrucción "fascista" de Rusia. Porque
como la ideología Marxiana del Bolchevismo simplemente sirvió
a fines capitalistas de Estado, ésta, también, ha sido
desacreditada. Desde cualquier punto de vista que vaya más allá
del sistema capitalista de explotación, el Stalinismo y el Trotskismo
son ambas reliquias del pasado.
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